
Soñar un sueño, un cuento, una aventura. Soñar la vida que te envuelve y te va regalando sus frutos. ¡Cuántos sueños por abrir, como si fueran cajas de zapatos! Algunos te sorprenden, otros te decepcionan, pero la mayoría de ellos siguen siendo solamente sueños y por ellos luchamos. Son nuestra esperanza.
En muchas ocasiones hemos conseguido alcanzar ese sueño maravilloso y luego ha resultado ser un episodio más en la vida de uno mismo, pero sin darle más vueltas, nada trascendental.
Ya dicen muchos que “no es mejor estar allí que aquí”, porque “cuando tu allí se ha convertido en un aquí, lo único que consigues es un allí que te parece mejor que tu aquí actual”, según confirma la doctora Chérie Carter-Scott, en “El juego de la vida”.
Es cierto que como seres humanos que somos, nos pasamos la vida soñando cosas, ambicionando lo que no tenemos: el coche nuevo, otra casa mejor, viajar... y de esta manera nos vamos hipotecando, viviendo muy poco el presente que sí tenemos, lo único real. Pienso que es bueno soñar, muy bueno, pero sin obsesionarse por ello.
Abrazar los sueños, contarlos uno por uno, como si fueran estrellas. Guardarlos en tu corazón. Se convierten en prendas íntimas y de vez en cuando los sacas a relucir bajo el tímido sol de invierno.
Después están los sueños de la noche... Los que podemos recordar, se convierten en un material riquísimo, a un nivel psicológico, y también son un motor potente de la imaginación y la creatividad. Cuando intentamos atrapar los sueños, confundimos el tiempo, el espacio, los personajes o los hechos. Si pretendemos transcribirlos al pie de la letra, hallaremos desorden y gran incoherencia; pero entonces nace la genialidad del creador.
Podemos registrar los sueños, moviéndonos en el terreno de la invención y la magia. Inventaremos una nueva realidad, o en todo caso, la evocaremos. Abriremos puertas a lo insólito, a lo desconocido y extraño, al mundo más íntimo. Podemos ser como la escritora argentina Zulema Moret, que prestó toda su atención en captar algunas imágenes vividas durante las vigilias. Su libro poético “Cazadora de Sueños”, es todo un ejemplo de imaginación, rescate de palabras, símbolos, y personajes:
“que dejara de soñar / me dijo /
que basta de andar pintándolas /
a ellas / mujeres solas / detrás
de niños solos / con madres muertas / ...”
Alodia
Imagen: Francisco Javier Gómez Galindo-Artelista.com "Sueño de Jacob"
(Publicado en DELTAvisióntv.com, nº 8, 2008)