miércoles, 25 de noviembre de 2009

SER ANÓNIMO


Navego en el océano de mis recuerdos. Sólo soy un punto errante en medio de una inmensa niebla. chapoteo con las puntas de los dedos. Me deshago en jirones y vuelvo al mismo instante en que partí. No soy capaz de desenredar el ovillo de imágenes que mi memoria atrapa. Imagino que el tiempo me enseñará a descubrirme, a destaparme lentamente. Pero hoy, en esta noche sin párpados, las grietas se agigantan y todo se escurre, hasta la misma piel de mi cuerpo se adelgaza impasible con el latido del reloj. Soy un ser anónimo, infinito y extravagante, insólito, casi transparente que ha dejado de existir.

Alodia

Imagen: FS_029, Fernando Sánchez

viernes, 13 de noviembre de 2009

MI NOCHE ETERNA


Dibujos, esquemas,
mapas de mis ojos.
Te insinúas como
una sombra grotesca
delante de mis pies.
Te alzas impune
regalándome tus labios.

Sonrisas, besos,
nudos de hambre,
gozos infinitos,
me acechan,
me asaltan,
me roban
el cuerpo vacío.
Me abren el pecho
como balas benditas.

Doble asalto disfrazado
de lujuria y gloria.
Así me invade tu amor,
envenenando
cada milímetro
de mi cuerpo marginado.

Te siento,
te respiro,
te idolatro,
junto a mi cintura
cosida a tus caderas.
Mi cabeza bucea
en los océanos
de tu espalda
y recoge miles de peces,
estrellas silenciosas.

Te sueño,
te recuerdo,
te amo sin paciencia,
sin límites, sin carteles,
sin preguntas,
en mi noche eterna.


Alodia


Imagen: Gustav klimt "Der Kuss"

viernes, 6 de noviembre de 2009

EL MÓVIL MUERTO


Espero tu llamada
en este lento agosto,
pero el móvil se aferra
al terrible suicidio.
Mis ojos se desvían
a cada instante
hacia el mudo aparato.

La garganta se me seca,
turbulenta ansiedad podrida.

Mi respiración,
el latido acelerado,
el temblor de unas manos...
Sólo la noche árida
y mi desnudo cuerpo
agitándose entre las sábanas.
Una noche que espera
tu maldita llamada.
Un cuerpo que arde
en deseos de pasión.
Tus caricias, tus besos...
El abrazo que no llega
y se aplasta contra
las persianas partidas.
Tu voz imaginada
en la larga distancia...
Nada más que
horas muertas
y el frío silencio
de la habitación rota.

Alodia