domingo, 22 de enero de 2017

SI LAS HADAS ESCRIBIERAN MIS VERSOS




Me pesa el corazón,
músculo de primavera.
El alma frágil me pesa,
hirviendo de recuerdos.
Sombras vacías,
sombras muertas
reverberan en el polvo.

Hasta aquí he llegado,
hoy, una nueva fecha,
un calendario colgado
de la sonrisa de un ángel.
Por fin llegué,
a tus pies de hada recurrente.
Bosque invisible y certero.
Voz de mis ojos.

Me orientarás en mis días,
con mapas de sueños.
Y amarrarás tus manos
al mástil de mi vientre.
De un soplo esparcirás
miles de lágrimas
en un desierto de invierno.

Dime: ¿te quedarás conmigo?
-Sólo hasta el amanecer rojo.
Porque otras almas me requieren,
otros dioses penitentes
me invitan a sus casas
y me entregan sus palabras-.

Si las hadas pudieran
escribir mis versos,
¿no languidecería el viento
cuando el sol las abraza?

Si caminaran a mi lado,
¿no viajaría en un susurro
a otros planetas extraños?
  
Quiero vivir impertérrita,
bajo la bruma de las hadas.
Soñar entre tormentas,
deseos fastuosos de miel.
Acariciar la piel del océano,
derretida con el viento.
Quiero atravesar el horizonte
y devolver la luz
a tantos ciegos solitarios.

Seré invisible lluvia,
inundando la tierra.
El último ser renacido
de las llamas, del otoño,
y del pasto de los duendes.

Si las hadas escribieran
mis largos versos,
fulgurantes estrellas
atraparían tu alma.
Si tú estuvieras presente
junto a mi lecho bendito,
para entregarme la vida
a borbotones...
y girarme la pena hasta
la siguiente esquina,
yo encendería el semáforo rojo,
atravesaría el océano
que te detiene
para fundirme en un soplo,
con tu cuerpo desnudo.

Si las hadas escribieran
mis tristes versos,
rogaría tu perdón infinito.
Llamaría a tu puerta
y me quedaría pegada
a tu alfombra de verano.

Si las hadas contaran
mi lánguida historia,
te diría que hasta
el final de mis días,
serás el aire que me habita,
y el silencio que respiro. 

Poema inédito