viernes, 1 de junio de 2012


LA NIÑA DE LA COLINA
De Felipe Sérvulo

Ayer tuve el honor de presentar a un gran poeta, a un maestro y a un amigo. Felipe es sin duda un gran referente en mi trayectoria poética. El prólogo de mi primer libro “Vientos Azules” está escrito por él.  También mi blog que lleva el mismo nombre nació en un momento en el que creía que la poesía no era un lugar para internet; pero finalmente me convenció de lo contrario. Por último, me abrió las puertas al grupo “El Laberinto de Ariadna”, un colectivo de escritores y poetas que se reúnen los viernes cada quince días en el Ateneu de Barcelona.
Hace unos años, un día Felipe me dejó para leer el borrador de “La niña de la colina”. A mí me pareció genial, mágico, así de sencillo. Me preguntó si veía alguna palabra o un verso que cambiar; pero no supe qué decirle porque realmente me encontraba con una obra perfecta, desde el principio hasta el final.
Como el poeta ha dicho en varias ocasiones “La niña es ese ser que todos llevamos dentro, nuestras íntimas fantasías que de vez en cuando vienen a nosotros”. Y la “colina es Tara” la residencia de los reyes de Irlanda, un lugar sagrado e ideal. Y en Tara – en otra Tara distinta y lejana - está Vivien Leigh. La pobre niña, en su extravío, quiere vivir en ambas”.
Es un libro nostálgico, elegíaco en dónde el dolor está contenido. Ya desde esos primeros versos: “Percibo el cansancio en tu mirada/ y tus párpados llevan/ el íntimo secreto de tantos domingos/ domados por la vida”. Un dolor que a veces crece: “Que hacer después/ del abandono,/ sino robar hogueras,/ buscar al poeta,/ mendigar la humedad de otra orilla” y puede llegar a rozar casi la desesperación o el delirio. Entonces se pregunta: “¿Adónde vas con la boca/ encendida de musgo?/ ¿Por qué voltean/ todas las campanas?/ ¿Por qué estas lágrimas/ de arcilla que me ciegan?/ ¿Por qué me dejas/ tan temprano?”
Luego, cuando llega la amada, esa niña tan deseada el gozo es inmenso: “Así vienes tú: llegas a mí/ y asciendes por mis venas;/ te conjuras en mi esencia solitaria,/ y tu boca despierta de besos,/ florece mi desierto/ con cerezas y damascos”.


Por último quiero destacar que el trabajo de Felipe es artesanal. Pule cada palabra, cada adjetivo y cada adverbio. Su verso corto es hondo, reflexivo y puro. Nada sobra. El poemario está dividido en dos partes: “Ausencias y más razones” y “Universos paralelos”. El hilo conductor es el yo evocador, seguido del tú, esa niña que espera que llegue y se quede para siempre, como nuestros sueños que nos acompañan y permiten elevarnos hasta lo más sublime.
¡Felicidades por este maravilloso libro!
Micaela Serrano