domingo, 26 de junio de 2016

DE "EL ABRAZO DE LOS GIRASOLES"


"Subí las escaleras corriendo con el corazón acelerado. Estaba viviendo un sueño. Aún no sabía muy bien lo que había sucedido…Era un momento mágico. Me había enamorado de ese hombre desde hacía tiempo y me correspondía. Era el amor de mi vida. Lo descubrí esa noche mientras nos abrazábamos y no podía dejar escapar esta relación. Le daría tiempo, todo el que necesitara. David ante todo, un ser libre, evitaría cualquier atadura. Por eso tenía que trabajar especialmente el tema de los apegos. Cualquier relación se basa en un compromiso mutuo en la que se establecen los fundamentos de confianza, amistad, sinceridad y respeto. Muchas veces confundimos amor con apego y queremos engancharnos el día entero al ser amado, ahogando su libertad y su espacio. Otras veces controlamos de manera inconsciente sus movimientos o sus ideas, creyéndonos superiores, por lo que estamos dañando su espíritu. Nos olvidamos de que cada uno de nosotros tenemos nuestros deseos y nuestra manera de pensar y actuar. Si yo domino al otro, le estoy perjudicando gravemente, aunque sea de una manera muy sutil. Hay pocas relaciones en las que haya un equilibrio constante, normalmente el hombre domina a la mujer o viceversa, por este motivo hay tantas separaciones y parece que el amor nunca fructifica.

Esta vez, haría todo lo posible por mejorar mis impulsos y 

me dejaría llevar por las circunstancias, olvidándome de 

dominar la situación".


Fragmento del Capítulo 19 de "El abrazo de los girasoles", La Plana 2014
Imagen: La eterna primavera de Auguste Rodin