
Este poema está escrito en un taller de escritura. Teníamos que degustar diferentes productos, entre ellos el chocolate, que me encanta, sobre todo el chocolate negro. A partir de ahí, nace este poema:
Vientos de canela y miel,
avellana y azúcar
en mi boca abandonada.
En medio del mar,
a través del aire callado
se funde el chocolate
con el sol de primavera.
¡Qué placer saborearte!
Cada gramo, cada bocadito
mezclado con saliva,
azotando mis entrañas.
Me penetra hasta los ojos.
Me acicala las caderas.
Se mueve al ritmo del Blues
ocupando mi vientre.
Se instala en el hígado
y hace estallar de risa
al páncreas acelerado.
¡Qué placer de nuevo!
Dulce de chocolate
y naranjas
y de fresas salvajes.
¡Qué placer volver
al banquete de los dioses!
¡Ven conmigo, amor!
¡Vamos a llenarnos de vida...!
Celebraremos este océano
de inmensos sabores,
para rendirnos a las estrellas.
Micaela