LA FLAUTA DEL ANGEL
Érase una vez un ángel que se escapó del cielo porque
estaba aburrido del mundo que le rodeaba. Vivía en completa armonía al lado de
sus hermanos, del Dios Padre, de los mártires y de los Santos. Todos vivían
entre las nubes. Bailaban con las estrellas y sobre todo reían. Sus ropas
aladas se confundían con el brillo de la luna y sus risas se perdían en el
viento. Aparentemente era una vida envidiable, pero Noel quería ver otro mundo,
conocer las costumbres del resto de seres del planeta, hablar sus lenguas,
adquirir sus costumbres... y esta inquietud le entristecía.
Noel siempre iba acompañado de una flauta, que era su más
fiel amigo. Siempre que sentía pena, entonaba una dulce canción capaz de
inmovilizar a multitudes enteras. Su corazón mágico iluminaba el escenario y
las notas de su flauta apaciguaban a los mismos ladrones.
Una noche de primavera, Noel cogió su flauta y se arrojó
en paracaídas desde su morada celeste. No dijo nada a nadie, pero escribió una
nota a su padre en la que le indicaba que estaría un tiempo fuera y le rogaba
asimismo que no le intentaran buscar.
Noel aterrizó en las proximidades del Tibet. -¡Qué lugar
tan hermoso!- se dijo-. ¡Qué diferente era todo!¡Hay montañas, ríos, zonas
verdes, tierras desérticas...; pero también cuánta pobreza y miseria por las
calles! En Calcuta le angustiaba ver a tantos niños hundidos en el dolor y la
enfermedad. Se acercaba hasta ellos, los acariciaba, los abrazaba y ellos
respondían con una breve sonrisa.
Voló hasta China, Japón y Vietnann. Aprendió algo de
japonés y su curiosidad le llevó a practicar artes marciales. Noel hablaba con
todo el mundo que encontraba. Con signos y gestos elementales era capaz de
comunicarse incluso con el más torpe. Todos le admiraban por su gran carisma.
Era capaz de devolver el aliento a un moribundo, tan sólo con su sonrisa; pero
cuando tocaba la flauta el mundo se paralizaba: el sol se detenía en el
horizonte, el viento se colgaba de los árboles, los pájaros enmudecían, era una
música celestial, alimento del alma, sed de vida.
Noel se convirtió sin saberlo en una estrella mundial. “El
nuevo Dalai Lama”, “El nuevo Jesucristo”, “El gran Mesías”...Todos los
periódicos anunciaban su aparición y su vida de pronto empezó a convertirse en
una tortura. Todos los medios televisivos le perseguían, miles de periodistas
querían obtener el mejor reportaje que nunca se hubiera escrito. Noel sólo
quería ver el mundo y hacer feliz a la gente, nada más.
Huyendo de los territorios de Asia, un buen día apareció
en la ciudad de Granada, en medio de la espectacular Alhambra. Cuando paseaba
completamente embriagado por la belleza del lugar, se encontró de repente a una
hermosa mujer llorando amargamente.
-¡Hola, hermosa mujer! ¿Qué te sucede?- le dijo
amorosamente el ángel.
Rebeca, que así se llamaba ella, le devolvió avergonzada
la mirada y apenas pronunció unas palabras:
-¡No es nada! ¡Ya se me pasará!
Noel cogió su flauta y tocó la canción más espléndida que
jamás entonara. Rebeca por supuesto se enamoró de inmediato de aquel bello
hombre.
Con el tiempo, Noel y Rebeca se hicieron amigos y después
amantes; pero su destino era totalmente incierto. El tendría que marcharse
algún día y abandonar al ser más puro y divino que conociera en la tierra.
Así estaban las cosas cuando una mañana de invierno,
apareció el padre de Noel por la ventana de su habitación y le dijo:
-¡Hijo mío! ¿Cúando vas a volver a casa? ¡Todos te
reclamamos y te echamos de menos!
-¡Padre querido! ¡No quiero volver! ¡Quiero quedarme con
Rebeca y su mundo! Sé que aquí hay dolor, miserias, guerras, pero también hay
amor y una magia invisible en las pequeñas cosas: ¿has probado el chocolate,
papá? ¡Es sensacional! ¿Has sentido la brisa del mar sobre tu cuerpo desnudo?
¿Te has sumergido en las aguas transparentes del océano? ¿Has visto las
impresionantes montañas del Himalaya? ¿Has oído el silencio en un cálido
desierto iluminado por la luna? ¿Te has emocionado con la risa de un niño?
¿Has sentido la energía que se esconde en un beso, en un abrazo?... Aquí hay
miles de cosas que nos perdemos allí arriba, que nunca encontraremos.
-¡Hijo, tú eres un ángel! ¡Eres inmortal! Verás envejecer
a tu mujer y a tus hijos. Ellos se morirán y todos tus amigos. Y sufrirás
amargamente. Para ti el tiempo no existe, pero sí para ellos. Y el tiempo no
perdona a nadie.
Noel se quedó pensativo y se hundió en una profunda
tristeza. Sabía interiormente que tenía que volver, que su sitio estaba arriba.
Pasaron unas semanas y un buen día, Noel con un torrente
de lágrimas en los ojos se marchó de Granada. Escribió una larguísima carta a
Rebeca, en la cual contaba toda su historia y dónde le prometía su amor sincero
y eterno. Algún día volverían a estar juntos porque Rebeca tenía alma de ángel.
Junto a su carta, estaba la flauta, el objeto más sagrado que tenía Noel.
Se cuenta que desde ese día, la flauta enmudeció para
siempre y nadie pudo emitir ni tan siquiera una nota.
Micaela Serrano
4 comentarios:
Mikaela,gracias por tu visita,amiga.
Tu cuento es una preciosidad...y nos deja el mensaje de ese amor humano y divino,que permanece hasta la eternidad...Rebeca volverá a reunirse con su ángel,sin duda alguna.
Mi felicitación y mi abrazo,compañera de letras.
M.Jesús
Un relato muy Micaela. ¿Y si de verdad, hubiera ángeles entre nosotros y no lo sabemos?
Besos
PD: Me alegro de que mi interpretación de Jonás te haya gustado y me alegro de verte de nuevo por aquí.
Hola amiga, gracias por estar siempre. Este cuento es fabuloso, me encanto leerlo. Cuuidate.
Hermoso ,,,!!!
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