"Subí
las escaleras corriendo con el corazón acelerado. Estaba viviendo un sueño. Aún
no sabía muy bien lo que había sucedido…Era un momento mágico. Me había
enamorado de ese hombre desde hacía tiempo y me correspondía. Era el amor de mi
vida. Lo descubrí esa noche mientras nos abrazábamos y no podía dejar escapar
esta relación. Le daría tiempo, todo el que necesitara. David ante todo, un ser
libre, evitaría cualquier atadura. Por eso tenía que trabajar especialmente el
tema de los apegos. Cualquier relación se basa en un compromiso mutuo en la que
se establecen los fundamentos de confianza, amistad, sinceridad y respeto.
Muchas veces confundimos amor con apego y queremos engancharnos el día entero
al ser amado, ahogando su libertad y su espacio. Otras veces controlamos de
manera inconsciente sus movimientos o sus ideas, creyéndonos superiores, por lo
que estamos dañando su espíritu. Nos olvidamos de que cada uno de nosotros
tenemos nuestros deseos y nuestra manera de pensar y actuar. Si yo domino al
otro, le estoy perjudicando gravemente, aunque sea de una manera muy sutil. Hay
pocas relaciones en las que haya un equilibrio constante, normalmente el hombre
domina a la mujer o viceversa, por este motivo hay tantas separaciones y parece
que el amor nunca fructifica.
Esta
vez, haría todo lo posible por mejorar mis impulsos y
me dejaría llevar por las
circunstancias, olvidándome de
dominar la situación".
Fragmento del Capítulo 19 de "El abrazo de los girasoles", La Plana 2014
Imagen: La eterna primavera de Auguste Rodin
2 comentarios:
Es que simple tenemos que tener presente que en una pareja madura, hay dos personas independientes que se unen.
Besos, Micaela. Lindo verte por casa,feliz verano!!!!
Opino como Myriam,abrazos.
Publicar un comentario