Ayer viniste acompañada de él. Te dolía la barriga y eso decías a los doctores. Te ponías la mano delicadamente en el vientre con los ojos enrojecidos por las lágrimas.
El no hacía más que mirarte y acariciarte la cara, las manos y el pelo. De vez en cuando te mordía despacito la oreja derecha. Eso te hacía sonreír un poco en medio de tus dolores.
Por fin pasaste a la consulta del doctor Blanco. En realidad no te pasaba nada malo, simplemente estabas embarazada de un mes y no tenías ni la más remota idea de que te sucediese eso. Sólo tenías dieciocho años y el mundo empezaba a sorprenderte cada día.
Cuando te dieron la noticia, te quedaste casi muda y luego empezaste a llorar desconsoladamente. El te acarició y te abrazó largo tiempo. Dijo que se ocuparía de todo y que no te faltaría de nada ni tampoco a la criatura.
Tú continuabas llorando. No entendías nada. No imaginabas que aquella historia iba a terminar de esa manera. El era tu amante y jamás dejaría a su esposa y a sus dos hijas por ti. Te habías convertido en madre de repente, sola, sin el apoyo de nadie.
Tan sólo tenías dieciocho años y un futuro que te asustaba en medio de tus dolores.
Saliste del hospital con la tristeza en los labios y con muchas dudas por resolver. El te cogía de la mano y no dejaba de susurrarte al oído que te quería y te ayudaría en todo lo que pudiera.
Pasaron dos meses y tu barriga creció. Los dolores se marcharon y una flor nació en medio de tu ombligo. El te abandonó, nunca más quiso saber de ti; pero fuiste tan fuerte que te propusiste luchar sola por la vida de tu hijo que empezaba a florecer como las rosas.
Un año más tarde, te vi desde la ventana de mi habitación del hospital con un niño precioso en los brazos y una sonrisa de caramelo pintada en tu rostro.
Micaela Serrano
4 comentarios:
Hola Micaela.
Triste y real historia de las que ocurren a diario, pero con un esperanzador final, gracias.
En este primer fin de semana del mes de mayo paso a saludarte y desearte una bella primavera en todo su esplendor.
Un abrazo
Ambar
Micaela amiga querida este es un relato muy tierno, hay tantas mujeres que se llenan de valentia y coraje al comenzar sus tiernas vidas con un hijo en los brazos y totalmente solas, pero hay algo en ellas que las hace valientes y con ganas de comerse el mundo, son esos pequeños retoños, aquellos bebes que hacen que sus madres luchen y se hagan solas...
Hola Micaela.
Paso de nuevo a visitarte y releer esta historia que ocurre en nuestro mundo real, a veces, más de lo necesario, y que pone de manifiesto la fuerza del instinto y amor maternal escondido en el alma y corazon de la mujer-madre.
Un abrazo.
Ambar
qué voy a decir...Hay actos bellos y otros despreciables, y de ambos somos capaces. besos
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